Rosa, flor del mes de febrero

La rosa, flor del mes de febrero en la agenda floral, es miembro de la familia de las rosáceas.

La belleza clásica de esta flor la ha llevado a ser la más producida y comercializada en el mundo.

Con más de 30.000 variedades de rosa, su surtido está en desarrollo con la aparición de nuevas especies cada año, siendo las más populares Red Naomi y Freedom,

Se caracteriza por el largo y el grosor del tallo, la altura y el ancho del cogollo, el número de pétalos aterciopelados y su dulce fragancia, lo que la convierte en uno de los ingredientes principales de perfumes, cremas y otros productos del sector de la cosmética.

Las más vendidas son las rosas de color blanco, que representa pureza, y rojo, en especial, en San Valentín como símbolo del amor y la pasión, pero sus colores guardan mensajes ocultos.

Así, por ejemplo, el rosa significa cariño y gratitud, el naranja simpatía, y el amarillo amistad y solidaridad.

El primer consejo de los profesionales para el cuidado de las rosas con el objetivo de que duren frescas una semana o, incluso, más tiempo es elegir un jarrón de materiales como cerámica o cristal de color verde oscuro o azul, ya que los recipientes transparentes permiten que la luz solar llegue al agua y esto puede hacer que los tallos de las rosas se pudran.

Seguidamente, es importante lavar el jarrón con agua tibia y jabón antibacteriano para que esté limpio antes de colocar las rosas, ya que el polvo y los gérmenes pueden acortar la vida de las flores.
Al rellenar el jarrón con la mayor cantidad de agua posible, al menos ¾ de su capacidad, se recomienda usar agua a temperatura ambiente para que las rosas absorban el agua fácilmente y añadir el sobre de conservante que se ofrecen en las floristerías.

Una alternativa sería una gota o dos de cloro o unas gotas de lejía y un poco de azúcar, no productos sustitutivos, para que se mantengan nutridas a través de los tallos. Las rosas convierten el agua azucarada en glucosa para conservar todos los tejidos sanos y florecer.

Es necesario asegurarse que ninguna hoja de debajo del capullo o de la parte inferior del tallo esté en contacto con el agua cortándolas sin dañar el tallo.

También, se cortan unos centímetros los tallos en un ángulo de 45 grados y con un instrumento limpio y afilado como unas tijeras o un cuchillo. Se aconseja cortar los tallos uno a uno y colocarlos inmediatamente en el jarrón con agua para que estén el menor tiempo posible fuera del agua y evitar la formación de burbujas de aire dentro del tallo que bloqueen el flujo de agua impidiendo la floración. Regularmente, más o menos cada tres días, habrá que repetir esta acción.

Una vez acondicionadas las rosas, se deben colocar en un lugar fresco donde no reciban la luz del sol directa y alejadas de una fuente de calor como la calefacción.

Cuando las rosas comienzan a abrirse los primeros días, demandan mucha agua, por lo que cada dos o tres días hace falta rellenar el jarrón para mantener el nivel de agua, pero nunca tirarla para actualizarla.

Otra actividad de mantenimiento de un ramo de rosas es retirar las rosas que comiencen a marchitarse tras aproximadamente una semana para que no contaminen a las flores sanas y el ramo conserve su belleza natural.
Cuando llegue el momento de desechar el ramo, mejor hacerlo en un contenedor verde o reutilizarlo como abono para el jardín.

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